En un tono desusadamente enérgico, durante una reunión con cónsules y embajadores mexicanos acreditados en el extranjero, el titular del Ejecutivo federal, Felipe Calderón Hinojosa (perdón, yo prefiero llamarlo Fecal), realizó una defensa más de la política de seguridad vigente e instruyó a los integrantes del servicio exterior a
hablar bien de Méxicoallí donde están acreditados, a efecto de hacer ver –dijo–
la realidad mexicana en su justa dimensión.
Sin embargo, no es posible hablar bien sin hechos que lo respalden, sigamos leyendo:
Si se hace mención de la persistencia de un manejo económico insensible y lesivo para los bolsillos de la mayoría de la población; de la caída de las remesas y la postración de la economía y el mercado internos; de los cientos de miles de desempleados en todo el país; del elevado número de muertos y de las violaciones de las fuerzas armadas al estado de derecho en el contexto de la “guerra contra el narco” –las ha habido, pese a que el Presidente haya afirmado que
los mayores atentados a la vida, al patrimonio, a la libertad, a los derechos humanos, no provienen del gobierno, provienen del crimen organizado–, podría interpretarse, si se siguen los criterios expresados por el orador central en el acto de ayer, que a ello subyace un
regocijopor alimentar la percepción de que
México es un caos.
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