Guillermo Almeyra
Entramos en un año que, para los trabajadores y los sectores populares de todo el mundo traerá aún más dificultades, penurias y desgracias.
Entre otras situaciones igualmente alarmantes, vemos que actualmente no exportan,
los paísescomo tales, sino las grandes trasnacionales que en ellos explotan la mano de obra de modo que no es posible ignorar ni la lucha de clases entre explotados y oprimidos y sus victimarios capitalistas ni la lucha de las trasnacionales con los gobiernos y el capital nacional.
Tenemos además un gran problema: el capitalismo no se derrumbará si nadie lo entierra y si sus víctimas no son capaces de utilizar la crisis para unirse en orden cerrado, para enfrentarlo en escala regional, continental, internacional, para romper con la política criminal de seguir produciendo lo mismo para los mismos consumos despilfarradores, a costa de todo y de todos, y si no pueden, en cambio, imponer directamente, en autonomía, una producción alternativa y un consumo socialmente responsable. Más desocupación –para el capitalismo– significa más oferta de mano de obra barata, menos sindicatos, más desunión de los trabajadores. O sea, poder elevar la tasa de ganancias para salir de esta crisis, hasta la próxima. Por eso no basta con preservar las actuales fuentes de trabajo: si queremos salir del desastre, además, hay que reorientar la producción y los consumos y luchar por construir otro sistema social.
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