domingo, 29 de noviembre de 2009

LA VERDADERA FUERZA Y DIGNIDAD DE SER MUJER Y SER DEL SME

“Estamos aquí por nuestra voluntad”, refiere Rosy un poco a la defensiva. “Sin espera de agradecimiento ni nada”, e interrumpe la charla para solucionar un problema respecto a la falta de utensilios de cocina. Cuando regresa a su labor de rellenar los bolillos con atún, se le pregunta:
- ¿Cómo es ser mujer del SME?
- Es maravilloso. Somos mujeres de lucha, aguerridas. Estamos dando la lucha sin agredir.
- ¿Por qué están en el comedor?
- Para que los hombres resistan. Si no, les entra la depresión.
- ¿Y qué pasa en la casa?
- En la casa también tenemos que cumplir, hacer lo nuestro, lavar, cocinar, tener la ropa planchada-- y explica que tiene 13 nietos.
Al preguntarle sobre sus hijos, se detiene. “Eso no te lo contesto”, dice. “Es que todos los del SME tenemos desconfianza de los periódicos. A los narcos nos tratan mejor que a nosotros”.
Otra mujer, más joven, interviene, irónica. “Según los periódicos, nosotros somos los culpables de la pobreza del país”.
- ¿Cómo ha afectado eso a los niños?
- Muchos niños han sido despreciados en la propia escuela--, explica esta mujer, más joven.
Rosy relató el caso de una niña a la que le dijeron en la escuela: ‘qué lástima, qué desgracia que eres hija de un tal por cual electricista’.
Mónica Jiménez, coordinadora de Mujeres del Electricistas en Resistencia, explica en entrevista que se han presentado casos de niños que han sido expulsados de las escuelas o las guarderías por ser del SME. La campaña mediática en contra de los sindicalizados fue tan severa que los propios menores de edad han sufrido las consecuencias en sus escuelas o guarderías.
Aunque el caso de los niños es el más sensible, debido a que este rechazo lo viven en la etapa formativa, no es el único.
Mónica relata cómo, hace unas tres semanas, un contingente de unas 30 mujeres esmeítas decidió ir a botear y a pedir apoyos en especia a la central de abastos. Algunas de ellas fueron retenidas por los propios locatarios durante aproximadamente ¡cinco horas! Y forzadas a limpiar la flor para poder ser dejadas en libertad.




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