Estimado papa Francisco:
No hay plazo que no se cumpla y este viernes 12 de febrero de 2016 la mayoría de los mexicanos creyentes estaremos recibiendo con gusto y alegría su presencia en tierras mexicanas. Enmedio de la espiral de violencia, sangre, muerte y maldad que vivimos como país, recibir su visita da un aire de frescura y esperanza hacia el futuro que por momentos se perfila como más sangriento, lleno de impunidad, oscuro y aterrador con cada día que pasa.
Vivimos presas del miedo, de la represión, la desinformación, la violencia gubernamental contra los ciudadanos, el saqueo criminal de nuestras riquezas, el sangrado intolerable de nuestros bolsillos, la complicidad de políticos de alto nivel que se alian a empresarios, partidos y otros gobiernos corruptos para hacer pedazos a la nación, y la destrucción de nuestros recursos para beneficio de unos cuantos a costa del dolor, pobreza, marginación y hambre de muchos, sin contar que padecemos desde hace años una represión infame que tiene llenas las cárceles de activistas y líderes sociales así como de estudiantes, hombres y mujeres que han cometido el delito de levantar la voz por justicia para todos.
También vemos con zozobra y espanto como cada día aumenta la lista de decenas de miles de desaparecidos y asesinados por todo el territorio nacional, hombres mujeres y niños de todas las condiciones socioeconómicas, estratos sociales y puntos del país son masacrados sin piedad con la complicidad y silencio de las mal llamadas autoridades). La maldad, y la corrupción se ha apoderado de nuestro país convirtiéndolo en un cementerio multitudinario en sus cuatro puntos cardinales.
Vemos con tristeza en el caso de los creyentes, como por las acciones de algunos sacerdotes que han cometido actos innombrables en todos los ámbitos (social, sexual, político, religioso), hoy en día se pierde la confianza y la fe y la gente deja de creer en la Iglesia dejándose llevar por la decepción y el enojo ante los escandalos que son magnificados a través de los medios, los grupos y personas que no creen, generando animadversión hacia quien cree y se asume como parte la Iglesia.
Todo esto ha sido abono para que en México exista una embestida brutal de persecución, burla, humillación y desprecio de parte de aquellos que no creen y están en contra del católico mexicano (tan solo superada por la persecución y exterminio de cristianos en Medio Oriente). Es muy difícil hoy en día decir con tranquilidad, no digamos con orgullo: "soy Católico" porque la andanada de burlas, ofensas y ataques están a la orden del día. Se nos acusa y señala de todo lo imaginable, sin embargo aquí estamos presentes, con la frente en alto y con la dignidad de sabernos hijos de Dios, reconociendo que usted como hombre, es el representante de Dios en la Tierra y la cabeza visible de la Iglesia Universal.
Yo no pretendo exigirle como han hecho algunos, que se reúna con tal o cual grupo o asociación, o que venga a salvar a México, sé que eso es imposible pues en estos momentos de tremenda turbulencia y zozobra el manejo de las situaciones en México implica extremada prudencia y delicadeza para abordarlas; además entra usted a un nido de delincuentes que harán todo lo posible por hacer que se someta a un espectáculo mediático con dos grandes televisoras que buscarán trasmitir lo que le convenga a los poderosos que tienen tomado el poder de manera fraudulenta y perversa.
Me uno a las oraciones de quienes de buena fe lo esperan, escucharé con respeto y cariño las palabras que usted tenga a bien dirigirnos, y sé que como misionero de la Misericordia dejará no solo un mensaje de aliento para todos los que de buena voluntad acudiremos a escucharlo, creo firmemente además que su visita dejará un impacto moral, político, social, espiritual que logrará fracturar el sólido escudo de maldad del cual se han rodeado y protegido los que malgobiernan a México, permitiendo a esta noble nación salir adelante de tanta injusticia, cinismo e impunidad.
Sin más por el momento le deseo un excelente viaje y acá le estaremos recibiendo con los brazos abiertos los mexicanos de buena voluntad. Dios le bendiga.
Mario Sinaí
Vivimos presas del miedo, de la represión, la desinformación, la violencia gubernamental contra los ciudadanos, el saqueo criminal de nuestras riquezas, el sangrado intolerable de nuestros bolsillos, la complicidad de políticos de alto nivel que se alian a empresarios, partidos y otros gobiernos corruptos para hacer pedazos a la nación, y la destrucción de nuestros recursos para beneficio de unos cuantos a costa del dolor, pobreza, marginación y hambre de muchos, sin contar que padecemos desde hace años una represión infame que tiene llenas las cárceles de activistas y líderes sociales así como de estudiantes, hombres y mujeres que han cometido el delito de levantar la voz por justicia para todos.
También vemos con zozobra y espanto como cada día aumenta la lista de decenas de miles de desaparecidos y asesinados por todo el territorio nacional, hombres mujeres y niños de todas las condiciones socioeconómicas, estratos sociales y puntos del país son masacrados sin piedad con la complicidad y silencio de las mal llamadas autoridades). La maldad, y la corrupción se ha apoderado de nuestro país convirtiéndolo en un cementerio multitudinario en sus cuatro puntos cardinales.
Vemos con tristeza en el caso de los creyentes, como por las acciones de algunos sacerdotes que han cometido actos innombrables en todos los ámbitos (social, sexual, político, religioso), hoy en día se pierde la confianza y la fe y la gente deja de creer en la Iglesia dejándose llevar por la decepción y el enojo ante los escandalos que son magnificados a través de los medios, los grupos y personas que no creen, generando animadversión hacia quien cree y se asume como parte la Iglesia.
Todo esto ha sido abono para que en México exista una embestida brutal de persecución, burla, humillación y desprecio de parte de aquellos que no creen y están en contra del católico mexicano (tan solo superada por la persecución y exterminio de cristianos en Medio Oriente). Es muy difícil hoy en día decir con tranquilidad, no digamos con orgullo: "soy Católico" porque la andanada de burlas, ofensas y ataques están a la orden del día. Se nos acusa y señala de todo lo imaginable, sin embargo aquí estamos presentes, con la frente en alto y con la dignidad de sabernos hijos de Dios, reconociendo que usted como hombre, es el representante de Dios en la Tierra y la cabeza visible de la Iglesia Universal.
Yo no pretendo exigirle como han hecho algunos, que se reúna con tal o cual grupo o asociación, o que venga a salvar a México, sé que eso es imposible pues en estos momentos de tremenda turbulencia y zozobra el manejo de las situaciones en México implica extremada prudencia y delicadeza para abordarlas; además entra usted a un nido de delincuentes que harán todo lo posible por hacer que se someta a un espectáculo mediático con dos grandes televisoras que buscarán trasmitir lo que le convenga a los poderosos que tienen tomado el poder de manera fraudulenta y perversa.
Me uno a las oraciones de quienes de buena fe lo esperan, escucharé con respeto y cariño las palabras que usted tenga a bien dirigirnos, y sé que como misionero de la Misericordia dejará no solo un mensaje de aliento para todos los que de buena voluntad acudiremos a escucharlo, creo firmemente además que su visita dejará un impacto moral, político, social, espiritual que logrará fracturar el sólido escudo de maldad del cual se han rodeado y protegido los que malgobiernan a México, permitiendo a esta noble nación salir adelante de tanta injusticia, cinismo e impunidad.
Sin más por el momento le deseo un excelente viaje y acá le estaremos recibiendo con los brazos abiertos los mexicanos de buena voluntad. Dios le bendiga.
Mario Sinaí
Puma en resistencia
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